LA DIETA HIPOCALÓRICA, UN ARMA DE DOBLE FILO

1. Origen de las reservas

Los excedentes de calorías ingeridas, el organismo los almacena en forma de glucógeno y de grasa fundamentalmente.

Por lo tanto, lo primero que debes conocer es qué es glucógeno.

La glucosa procedente de los carbohidratos es la principal fuente de energía para nuestras células, pero cuando ésta no se consume, se acumula el exceso en el hígado y en los músculos como reserva para ser utilizada por el organismo cuando sea necesaria. Esta glucosa transformada se denomina “glucógeno”.

En primer lugar el organismo utiliza el glucógeno y luego las grasas y por último las proteínas como fuente de energía. En el cerebro tenemos el denominado “centro de control del peso” que no sabe hasta cuándo será necesario utilizarlas como energía, así que intenta que las reservas se alarguen el máximo de tiempo posible.

Principales fuentes de energía

Y aquí aparece la dieta hipocalórica que provoca una lucha entre lo que el organismo desea, que es retener reservas y nuestra voluntad, que ha decidido reducirlas.

Así que desde fuera aplicamos una dieta restrictiva, mientras que desde dentro, nuestro organismo retiene las grasas y el glucógeno para que ello afecte lo mínimo a nuestra salud en caso de que fuera necesario

En la dieta hipocalórica también se reduce la termogénesis. En una dieta hipocalórica, el calor producido por la digestión se reduce y, con ello el gasto energético y, por tanto, el consumo de energía en forma de grasas.

Por otro lado, la termogénesis inducida por el frío se mantiene por no afectar a la calidad de vida, pero se reduce su intensidad y se buscan medidas alternativas como abrigarse, acercarse a fuentes de calor, etc.

La disminución de la termogénesis y de la actividad física implica una rebaja en el gasto energético. A la vez, hay también un enlentecimiento de otras muchas actividades metabólicas como una reducción en el recambio proteico y una parada en la conversión de glucosa a grasas.

Esta reducción del gasto energético puede ser tan grande que se llegue a igualar a la energía aportada por la dieta hipocalórica, con lo que no conseguiremos perder más peso dado que no movilizaremos más reservas.

La disminución del calor corporal es una de las consecuencias de la dieta hipocalórica

Este proceso de disminución del gasto no es inmediato, sino progresivo y disminuye cada vez más, según se mantiene el déficit energético de la dieta. Por este motivo la pérdida de peso es cada vez menor, porque existe una disminución progresiva del consumo de la energía contenida en nuestras reservas.

Una dieta fuertemente hipocalórica siempre termina con un forzado ahorro energético antes que una dieta menos restrictiva, pero la pérdida de grasa en los primeros días es mucho mayor.

2. Peligros

Las dietas hipocalóricas pueden comportar una serie de peligros para el funcionamiento del organismo debido a tres causas:

  • La composición de la dieta hipocalórica
  •  El contenido calórico global
  • Las condiciones previas en las que se encontraba la persona sometida a la dieta.

Respecto a la composición de las dietas hipocalóricas, éstas deben contener una buena cantidad de proteína, algo de lípidos para cubrir el aporte de vitaminas liposolubles y ácidos grasos esenciales, fibra y microcomponentes. El problema está en que, a menudo, la dieta no puede contener, por el bajo aporte calórico, todos esos componentes. Por tanto, el bajo aporte calórico obliga forzosamente a restringir ciertos nutrientes de la dieta. Suelen ser los glúcidos o los lípidos los que se van a ver reducidos, con lo que se fuerza la utilización de las proteínas como fuente energética.

Las proteínas, elemento fundamental en la alimentación, son limitadas en la dieta hipocalórica

El papel de las proteínas en la dieta es fundamental, porque intervienen en el mantenimiento proteico del organismo y, por otro lado, desempeñan un papel fundamental en los mecanismos de defensa del cuerpo humano.

Si la dieta no aporta la cantidad suficiente de proteínas, los problemas pueden llegar a ser tan graves como un aumento elevado en la mortalidad de las personas que siguen la dieta. Estas muertes suelen cursar con un fallo cardíaco que la dieta puede agravar en personas ya predispuestas, con un peligro latente o bien con un riesgo cardiovascular marcadamente alto.

3. Limitación temporal

Hay un límite efectivo de la cantidad de grasa que podemos perder con la dieta hipocalórica o con otro tipo de restricciones como pueden ser las operaciones quirúrgicas. Pero también hay una limitación de la implantación de las dietas hipocalóricas en el tiempo. Existe una serie de alteraciones que hay que tener en cuenta:

  • El recambio proteico, por ejemplo, disminuye su ritmo por falta de energía disponible
  • Nuestros sistemas de defensa están funcionando al mínimo, lo que hace a nuestro organismo mucho más vulnerable ante cualquier infección.

Por ello, la duración de una dieta hipocalórica debe de ser limitada en el tiempo. Siempre que la reducción energética sea drástica, la implantación de la dieta no puede prolongarse más de un mes. Puede, a continuación, seguirse un período de recuperación relativa y volver a iniciar el tratamiento dietético. Por otro lado, no es aconsejable que la restricción dietética global sea indefinida, porque existe el peligro de que el organismo se adapte a funcionar con entradas de energía muy bajas, lo que ocasionaría una gran dificultad en una pérdida posterior de peso.

4. Efectos secundarios

El control médico es absolutamente imprescindible en el la realización de las dietas hipocalóricas. Un estudio que se realizó en pacientes sometidos a una dieta hipocalórica, puso de manifiesto que tan sólo tras dos semanas de dieta, cerca de la mitad de los pacientes presentaba alteraciones en el electrocardiograma.

Una dieta hipocalórica puede alterar las funciones del sistema cardiovascular

Una dieta inadecuada puede perjudicarte no sólo por no hacete perder peso, sino por las alteraciones metabólicas, además de los posibles peligros y perjuicios que a largo plazo ésta le puede ocasionar. Existen dietas inadecuadas para todos, y otras que tan sólo pueden seguirlas ciertos pacientes en algunas situaciones especiales.

Se observa a menudo en las dietas un efecto secundario, que podríamos describir como un aumento de peso todavía mayor al inicial una vez el paciente ha realizado la alimentación posterior a la dieta. Se trata por tanto, de un efecto a largo plazo exactamente opuesto al que pretendíamos lograr.

Esta adaptación a la dieta se plantea desde tres vertientes:

  • El organismo aumenta su capacidad de ajuste a la situación hipocalórica, que puede llegar a ser permanente
  • Aumentan las reservas parar hacer frente a un posible período de disminución en la ingestión.
  • También disminuye el gasto energético, lo que posibilita la reserva de masa grasa.

Resulta asombroso descubrir que los efectos secundarios de la dieta hipocalórica sea una de las principales causas de obesidad en el mundo (!!!).

Tan sólo para el 5% de los pacientes a los que se les ha aplicado una dieta hipocalórica consigue después de 10 años una pérdida significativa de peso y es capaz de mantenerla.

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