Aun comiendo lo mismo, no todas las personas engordan igual. Esto se debe, entre otros muchos factores, a que cada persona digiere, asimila y responde de forma distinta ante alimentos similares, debido a lo siguiente:
1. Diferencias en las bacterias intestinales o microbiota:
Recientes estudios demuestran que las bacterias intestinales son diferentes en personas con obesidad de las de normopeso. Existen datos sobre experimentos que han conseguido hacer perder peso a los ratones trasplantados con microbiota de ratones delgados. Tenemos la capacidad de mejorar la calidad de nuestra población bacteriana intestinal mediante una dieta saludable rica en alimentos probióticos, fruta, verduras, legumbres y cereales integrales.
2. Diferencias en la respuesta a la leptina:
La leptina es una hormona producida por el tejido adiposo que indica al cerebro el nivel de saciedad.
No todas las personas pierden el apetito tan fácilmente, debido a una mayor resistencia a la leptina u hormona de la saciedad. Sin embargo, no todas las personas son igualmente sensibles a esta hormona, muchas personas con obesidad son especialmente resistentes a esta hormona por lo que necesitan comer más para sentirse saciados.
3. Diferencias en la producción y metabolismo de la insulina
Muchas personas con sobrepeso tienen una resistencia a esta hormona por lo que necesitan producir más cantidad de insulina para regular sus niveles de azúcar, produciendo a la larga un metabolismo menos efectivo a la hora de eliminar la grasa almacenada, favoreciendo su acumulación en los tejidos, situación que provoca un círculo vicioso, lo que, sin embargo, se puede interrumpir fácilmente aumentando el ejercicio físico
Un estudio reciente muestra cómo los investigadores encontraron que mientras algunos sujetos experimentaban un aumento rápido y prolongado del azúcar en sangre y la insulina al tomar un pastel rico en grasas y carbohidratos, otros respondieron a la misma comida con un incremento de la grasa circulante. La primera respuesta obedecía a un patrón asociado a un mayor riesgo de obesidad y padecer diabetes y el segundo a tener más probabilidades de sufrir problemas cardiovasculares.
Este estudio muestra cómo cada persona es única y tiene una respuesta diferente frente a un mismo alimento, lo que explicaría por qué las recomendaciones nutricionales no pueden ser iguales para todos, lo que demuestra a su vez que no se obtendrá un mismo resultado aplicando la misma dieta a un grupo de población similar.
4. ¿Cómo reacciona nuestro cuerpo a los alimentos?
Si bien cada persona reacciona de manera diferente frente a un mismo alimento, existen conceptos genéricos que, con independencia de la reacción individual de cada persona, producen un efecto similar en todo el mundo y es necesario que tengas en cuenta.
Alimentos procesados:
Los alimentos procesados te hacen comer más de la cuenta, pero los problemas no acaban aquí. Este tipo de alimentos, con muchas calorías, mucho azúcar pero muy pocos nutrientes te provocarán los temidos picos de azúcar en sangre que acabarán provocando los ataques de hambre.
Alimentos sin procesar:
Con una dieta rica en verduras, carnes y pescados a la plancha o asados, te ocurrirá justo lo contrario que con los alimentos procesados, te puedes sentir saciado consumiendo menos calorías y dándole a tu cuerpo lo que necesita, todas tus comidas deberían incluir ciertas cantidades de grasas, carbohidratos y proteínas, así que ésta es la forma más saludable de perder peso.
5. Hay que insistir: las calorías no son todo lo que cuenta
Controlar las calorías es el medio más frecuente utilizado con objeto de perder peso, y mucho se debe a una falsa creencia generada a través del tiempo, sin duda por falta de información suficiente, porque el aporte calórico, la energía, las calorías o el valor energético no es todo lo que cuenta.
Si quieres adelgazar debes centrarte más allá de las calorías, pues basarte sólo en este dato puede conducirte a errores que entorpezcan tu proyecto de pérdida de peso.
Por eso, es importante cuidar la calidad de lo que comes más allá de la cantidad de calorías que aporta cada alimento o plato, ya que además del aporte energético, es importante cuánto sacia, si promueve o no una conducta adictiva, si se acompaña de buenos nutrientes, si contiene un gran volumen o cual es el gasto energético de su digestión, entre otros factores.
En un artículo anterior exponíamos el ejemplo de la cerveza y el plátano, ganando el plátano por goleada. De nuevo otro ejemplo: una naranja = una galleta Oreo. Las dos alternativas aportan 45 Kcal, pero la primera lo hace en 120 gramos de alimento mientras que la segunda en menos de 10 gramos. De momento entendemos que la naranja, al tener mayor volumen, aporta una mayor saciedad, pero, además, en ésta tenemos vitaminas, minerales, fibra y antioxidantes ausentes en la galleta en la cual predomina el azúcar, la grasa y los aditivos propios de un alimento ultraprocesado.
No sirve de nada escoger los productos o alimentos hipocalóricos, pues no todas las calorías son iguales, sino que hay muchos otros factores que debes considerar al momento de adelgazar cuidando tu salud mediante la correcta elección de los alimentos.